Refugiados enjaulados por el capitalismo: “Frontera Verde” expone la brutal lógica del imperialismo y muestra la lucha

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11 Abril 2025 115 visitas

Frontera Verde 2023, dirigida por Agnieszka Holland. Disponible en Amazon y Apple.

A medida que se intensifica la crisis internacional del capitalismo, el número de inmigrantes globales, según las Naciones Unidas, ascendió a 281 millones en 2024. Alrededor de 28 millones provenían de Siria, Afganistán, Líbano y Ucrania, todos países en guerra, principalmente como resultado directo de las intervenciones de Estados Unidos y la OTAN. La mayor parte del resto, alrededor de 220 millones de personas, fueron desplazadas por desastres climáticos capitalistas.

Tanto la guerra como los desastres ambientales no son, por supuesto, ni “naturales” ni “catástrofes”. Son el resultado de décadas de decisiones políticas y económicas, basadas enteramente en los intereses personales de los gobernantes de Estados Unidos, Rusia y Europa. Los intereses de estos estados políticos chocan continuamente. La película Frontera Verde, una coproducción de 2023 entre Polonia, la República Checa, Francia y Bélgica, ilustra el terrible impacto que sufren los trabajadores y sus familias al intentar escapar de la brutalidad de la rivalidad interimperialista.

En 2020, la Unión Europea (UE) impuso sanciones a Bielorrusia bajo la presidencia de Alexander Lukashenko, un aliado cercano del presidente ruso Vladimir Putin. (Esta alianza se intensificaría tras la invasión rusa de Ucrania en 2022). Las sanciones de la UE provocaron la crisis fronteriza entre Bielorrusia y la Unión Europea de 2021, tema central de esta película.

Lukashenko orquestó una crisis que afectó a miles de migrantes y refugiados que intentaban cruzar a la UE, especialmente a través de Polonia, Lituania y Letonia. Para el verano y el otoño de 2021, miles de migrantes, la mayoría procedentes de Irak, Siria, Afganistán y Yemen, llegaron a Bielorrusia con el objetivo de entrar en la UE. La película muestra cómo estos migrantes fueron abandonados en la frontera, abandonados en el bosque de Białowieża, y se les ordenó que se dirigieran a Polonia, un país miembro de la OTAN y la UE.

Ni Bielorrusia ni Polonia querían a estos refugiados; eran pobres y muchos no eran blancos. Frontera Verde muestra a estos migrantes siendo literalmente lanzados de un lado a otro por encima de las alambradas de púas de la frontera. Los guardias a ambos lados de la valla son sistemáticamente adoctrinados con ideas racistas y antirrefugiados, de forma muy similar al “entrenamiento” del ICE y los guardias fronterizos en Estados Unidos. Los migrantes son deshumanizados como criminales, terroristas e infiltrados. La mayoría de la policía polaca acepta esta ideología racista, pero no toda.

Frontera Verde es un ejemplo de cómo el pensamiento dialéctico, en lugar de la propaganda unidimensional, puede generar gran arte. A pesar de sus enormes diferencias ideológicas, Karl Marx admiraba los escritos de Honoré de Balzac por su descripción rica, detallada y perspicaz de la sociedad francesa de principios del siglo XIX. Balzac ilustró la dinámica económica, social y moral de su época. Demostró que nada permanece igual y que las personas cambian.

En la película Frontera Verde, polacos comunes y corrientes infringen la ley ocultando refugiados. Una familia blanca de clase media da cobijo a niños negros africanos. Trabajadores sanitarios se arriesgan a ser baleados por su propia policía fronteriza al ayudar a migrantes heridos en el bosque. Un guardia fronterizo polaco se niega a cumplir sus órdenes de arrestar o disparar a los migrantes.

Estas escenas cobran aún más fuerza en un período en el que Donald Trump promete deportar a un millón de inmigrantes indocumentados de Estados Unidos cada año. Por un lado, Frontera Verde muestra los brutales efectos de un sistema racista y fascista que encarcela, deporta y dispara a personas que huyen de la guerra y la pobreza. Pero la película también muestra que la gente común se alzará para oponerse.