El 8 de enero, seguidores del ex presidente Jair Bolsonaro “La Joya del Sur” invadieron la capital de Brasil; Brasilia. Como la insurrección Trumpista en el Capitolio estadounidense el 6 de enero de 2021, querían revertir la elección presidencial. Después que Bolsonaro perdiera la elección en octubre al seudo líder liberal Luiz Inacio Lula da Silva, sus seguidores organizaron en masa en varias bases militares. Cuando los generales no se les unieron, organizaron una corta ocupación de los pasillos del poder brasilero…
Sagaces fascistas twitteros como Trump y Bolsonaro, se fortalecen en el pantano de la ignorancia masiva, que crece debido a generaciones de mala educación liberal capitalista y decepción política. En un mundo donde las grandes revoluciones comunistas del siglo 20 en Rusia y China han sido revertidas, y donde existe muy poca conciencia de clases, las charadas electoreras absorben la energía e inspiración de los trabajadores. La democracia liberal – en particular el voto – es lo que nos mantiene pegados a nuestro mortal enemigo de clase.
Lula, herramienta liberal del capital financiero
Los trabajadores queremos aplaudir porque Lula persigue vigorosas medidas severas al golpe de apoyo a Bolsonaro usando las fuerzas federales para tomarse el poder local policial, suspender a altos oficiales de seguridad, e investigar quien pago por los autobuses que llevaron a miles a la capital (Vox, 8/1). Pero apoyar a Lula y su pandilla es apoyar a otra banda de fascistas. Aun cuando se persigue a las fuerzas de Bolsonaro, Lula le aseguro a financieros locales y extranjeros que mantendría los recortes de impuestos a las empresas y las reformas anti-obreras a las pensiones (Reuters, 15/1). Conforme se intensifica la crisis del capitalismo, los liberales exprimirán toda la sangre y tomarán hasta el último kilo de piel de la clase trabajadora.
Los gobernantes brasileros, como todo patrón capitalista, buscan extender su influencia en el escenario imperialista mundial. Durante su primer periodo como presidente, Lula tomo un papel de liderazgo en la ocupación de Haití, abriendo el camino para establecer a Brasil como un poder hemisférico. Las atrocidades de la Misión de la ONU liderada por Brasil para la Estabilización de Haití, están escritas con sangre. MINUSTAH imprudentemente genero el brote más grande de cholera de los últimos tiempos, con 80,000 infectados y 10,000 muertos (Al Jazeera, 15/10/19). La administración de Lula envió 30.000 tropas, la mayor operación militar de la ONU desde su comienzo en 2004. Estos soldados llegaron con la larga y brutal tradición de masacrar a civiles y desenfrenado abuso sexual por las fuerzas armadas (blackagendareport, 11/2/22).
La popularidad de Lula con los trabajadores aumento, paralelamente, con los precios de la mercancía global, parte del auge – y – depresión del sistema capitalista. De 2003 a 2010, cuando la producción del petróleo brasilero llego a 700,000 barriles por día, 20 millones de trabajadores brasileros escaparon, temporalmente, la extrema pobreza (S&P Commodity Insights, 31/10/22). Para 2010, cuando Lula dejo la presidencia, su tasa de aprobación estaba en 80% (Bloomberg, 19/12/10).
Pero, cuando los precios del petróleo, inevitablemente, colapsaron y con ellos la economía de Brasil, Dilma Rousseff, sucesora de Lula, acabo con sus reformas. Mientras los trabajadores sufrieron la peor recesión en la historia del país y los homicidios llegaron a niveles sin precedentes, los patrones liberales y sus lacayos seguían tomando dinero federal (New York Times, 28/10/18). Lo que llevo al escándalo de corrupción, Operación Lavado de Auto, que envió a Lula a la cárcel por 18 meses, saliendo libre en 2019 por un tecnicismo procedural.
Liberales pavimentan camino a fascistas abiertos
La descarada corrupción, mentiras y fracasos políticos de la era Lula/Rousseff abrió la puerta para que el derechista nacionalista Bolsonaro tomara el poder en 2019, cuando el modelo Donald Trump estaba a medio periodo de su presidencia en EE.UU. Bolsonaro uso el modelo de Trump para atacar a trabajadores con brutales reformas a las pensiones mientras escupía un despreciable racismo y sexismo. Su marca de ideas abiertamente fascistas obtuvo el apoyo de millones y profundizó las divisiones entre la clase trabajadora brasilera, lo que los capitalistas necesitan con urgencia cuando su sistema está en crisis.
Sin un movimiento comunista masivo, los trabajadores que detestaban a Bolsonaro y Trump, terminaron aliándose a los ms peligrosos fascistas liberales, empezando con Joe Biden a Lula y los generales brasileros cuyas tropas sacaron a los insurrectos por la fuerza.
El fascismo señala debilidades patronales; los trabajadores las aprovechan
El orden mundial liberal, empapado de sangre y destruidor del ambiente, dominado por los genocidas patrones estadounidense, ha gobernado el mundo sin competencia política en los últimos cincuenta años. A pesar de lo podrido de su sistema, los capitalistas prevalecen porque comunistas en Rusia y China abandonaron la estrategia de la revolución por la dictadura mundial del proletariado. Mientras tanto, los trabajadores en las democracias liberales capitalistas se mantienen atrapados con la inútil esperanza de que, de alguna manera, votar podría mejorar sus vidas.
Conforme el sistema de ganancias comienza a caer, los patrones en EE.UU. y Brasil y en todos lados se verán forzados a disciplinar su propia clase, aplastaran sus rivales internos, y se preparan para la tercera guerra mundial imponiendo un completo fascismo. Si la historia es nuestra guía, los gobernantes liberales y el capital financiero serán quienes lo dirijan. Para que nuestra clase gane, debemos rechazar las podridas ideas de los gobernantes como; patriotismo y racismo. Debemos sobreponernos a nuestro cinismo y desesperación. Dirigido por el comunista revolucionario Partido Laboral Progresista, los trabajadores tenemos que tomar nuestro papel histórico. Debemos construir la confianza para derrotar a los capitalistas en una revolución armada y crear una sociedad que llene las necesidades de la clase trabajadora.
En estos tiempos donde para millones la cultura masiva carece de ciencia, nuestra lucha es como subir cuesta arriba para que nuestro movimiento comunista crezca. Sin embargo, los hechos son claros. Desde China a EE.UU., de Ucrania a Taiwán, el mundo rápidamente se mueve hacia un total fascismo y guerra mundial. Para luchar, la clase trabajadora deberá moverse por el conocimiento comunista de la necesidad de la lucha de clases – de quienes son en realidad nuestros enemigos. Debemos romper con el fascismo en todas sus formas, sobre todo, la variedad de liberalismo letal. Así como las catastróficas guerras mundiales del siglo 20 abrieron la puerta a la revolución, la actual situación mundial es un gran peligro y una gran oportunidad. La pelota está en nuestras manos. ¡Atrevámonos a luchar, atrevámonos a ganar!
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