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Terremotos en México Capitalismo: nacionalismo peligroso para los obreros

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13 Octubre 2017 82 visitas

MEXICO—Los sismos del 7 y 19 de septiembre en México dejaron hasta el momento, mas de 1,000 muertos, cientos de heridos, aproximadamente 250 mil familias sin hogar y casi 2 mil escuelas con daños. Los fenómenos naturales como los sismos y los huracanes son inevitables, sin embargo cuando la seguridad de las personas son prioritarias se pueden tomar medidas preventivas, pero en el capitalismo las ganancias son más importantes que las vidas de los trabajadores.
Al igual que los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, los más afectados por los sismos en la zonas del Istmo de Tehuantepec en Oaxaca, los estados de Morelos y Puebla, son comunidades marginadas, con años de opresión y miseria, muchas de ellas con una proporción importante de grupos indígenas. Sus lamentables puntos de conexión son la desigualdad social, la violencia del estado, la corrupción y el racismo, todos ellos características del sistema capitalista en que vivimos. Ciudades como Juchitán en Oaxaca y Jojutla en Morelos se asemejan a zonas de guerra por el grado de devastación. En esas zonas, la ausencia del apoyo oficial la cubre la solidaridad de los trabajadores, como la de los maestros rebeldes de la sección 22 en Oaxaca, que desde el primer momento se organizaron para apoyar a las comunidades afectadas.
En la Ciudad de México, igual que en el sismo de 1985, muchos muertos han sido obreras y obreros de los talleres de hambre, que laboraban en condiciones de riesgo. Otros muchos fueron víctimas de la voracidad por las ganancias de las constructoras, que en complicidad criminal con las autoridades del gobierno local y federal, construyeron inmuebles de baja calidad para minimizar costos y maximizar sus ganancias. Caso especial es el del colegio Rebsamen que nos muestra la complicidad de las autoridades educativas con la baja calidad de la educación y seguridad de los estudiantes, al avalar escuelas que únicamente buscan el interés económico, la ganancia. En Xochimilco, específicamente en San Gregorio, una zona marginada, muchas familias perdieron sus casas, debido a la precariedad con que fueron construidas.
Éstas tragedias sólo son ejemplos de cómo funciona este sistema asesino, para el cual las vidas de los trabajadores no tienen importancia. La avaricia desmedida de los capitalistas los hacen levantar ciudades en zonas de riesgo, como es el caso de la Ciudad de México, en donde las inundaciones y los sismos destruyen el precario patrimonio de miles de trabajadores y destruyen sus vidas. La contaminación, el estrés y la sobreexplotación del agua, destruye miles de vidas y deja con mala calidad de vida a cientos de miles. Los capitalistas ni siquiera se preocupan por tener un sistema que prevenga la ocurrencia de los sismos con alarmas oportunas, construcciones seguras y cultura de prevención.
Ante la tragedia, los capitalistas y su gobiernos son incapaces de organizar una respuesta, una vez más los ha rebasado la solidaridad de la clase trabajadora, que ha salvado vidas y ha dado cobijo a los que se quedaron sin nada. El gobierno solo intervino para controlar la organización y gran solidaridad de los trabajadores y de los jóvenes a los que no ha podido brindarles siquiera un asomo de futuro. La marina, el ejército y policía han tomado el control en muchas de las zonas de desastre, en algunos lugares los voluntarios se han resistido, pero la desorganización limitó la capacidad de respuesta frente a la intervención violenta del estado para retomar el control en medio de la tragedia.
Solo la organización de los trabajadores de forma permanente, en un partido no electoral, logrará cambiar este sistema letal para los trabajadores.
El PLP, festeja a los miles de jóvenes que se movilizaron para ayudar, representan el potencial de la clase trabajadora para lograr un cambio social, aun teniendo en contra al sistema capitalista. La transformación del sistema capitalista solo se hará realidad si logramos organizarnos en un partido que dirija sus esfuerzos a sustituir el capitalismo, controlado por una élite millonaria y parásita, por una sociedad dirigida por millones de trabajadores.
Muchos de esos jóvenes son vistos como los que conformarán el ejército industrial de reserva del capitalismo, los que pelearán sus guerras, para convencerlos han tratado de que la sociedad los vea como unos sujetos sin valores, interesados en lo superfluo, los llaman ninis o “millennial”, calificativos racistas y clasistas, solo esconden la incapacidad del capitalismo para darles una alternativa de empleo o educación.
El capitalismo no durará por siempre, los trabajadores como ahora, eventualmente nos levantaremos para cambiar este sistema asesino. Podemos convertir el terror del sismo en la esperanza de un futuro libre de opresión y muerte por ganancias y negligencia criminal. Este es el mensaje que miembros del PLP hemos transmitido a nuestros amigos y en las brigadas de apoyo en que hemos participado. Nuestro reto es transformar el potencial de la solidaridad espontánea de los trabajadores en la realidad del poder de una organización permanente.