El 24 de noviembre, en el corazón de Paris, la clase dominante francesa uso armas químicas como el gas lacrimógeno para aterrorizar a las masas que protestaban contra el alza de impuesto, el estancamiento de sueldos, y la creciente desigualdad. Era una señal dramática de la creciente escalada en la guerra de clases dentro de la crisis mundial del capitalismo.
Al día siguiente, en Tijuana, México, un acto de terror estatal aun mas atroz se ejercía contra desesperados refugiados de Centroamérica, también con gases lacrimógenos lanzados por la patrulla fronteriza estadounidense. El viento extendió el gas lacrimógeno a mas de media milla de distancia de la baya fronteriza. Una mujer colapso inconsciente. Niños y bebes descalzos se ahogaban de dolor. “Sentía que mi cara se quemaba y mis pequeños se desmayaron”, le dijo Cindy Milla, una hondureña de 23 años al Wall Street Journal (25/11). Ella y sus dos bebes fueron atacados por un agente nervoso tan peligroso y molesto que “la ley no permite que se utilice en el campo de batalla en ninguna nación de la tierra incluido; EE.UU. (Washington Post, 27/11)
Sin embargo, para los capitalistas, el arma de tortura domestica preferida es el gas lacrimógeno. Los patrones lo han sudado contra las rebeliones de la clase trabajadora desde Siria a Palestina, Turquía, Yemen, y Bélgica, hasta Venezuela. En EE.UU. los migrantes han sido gaseados en la frontera con México desde la administración Carter en 1980. Bajo el presidente Barack Obama, se uso el gas pimienta en la frontera 151 veces, según reportes del 2013 además de 27 usos de gas lacrimógeno (usatoday.com, 28/1).
En agosto de 2014, cuando cientos de trabajadores desarmados se tomaron las calles de Ferguson, Missouri, después del brutal asesinato racista del joven de 18 años, Michael Brown, fueron confrontados por una policía estatal militarizada. Los agentes llevaban mascaras anti-gas y rifles de asalto, granadas y vehículos blindados – y claro agentes químicos.
Tan solo tomo 20 segundos de estar en contacto con el gas lacrimógeno neurotoxina los manifestantes de Ferguson fueron cegados por las lagrimas que quemaban. La tos los paralizo, se ahogaban y tenían nausea. Algunos tuvieron reacciones en el pecho similares a las de un ataque al corazón (yahoo.com, 19/8/14). El Huffingron Post reporto que un niño de 8 años cayo (17/8/14).
Casandra Roberts…cayo sobre sus rodillas, trato de levantar las manos para que “no disparen” pero se dio cuenta que había un peligro mas inminente; era gaseada. “Me ahogaba”, dijo, “No podía ni siquiera levantarme…un empleado de McDonald’s me ayudo a levantarme y me alejo del humo. Mis ojos estaban completamente abiertos y no podía ver nada”.
Las armas químicas están diseñadas para incapacitar y desmoralizar a sus victimas. El gas lacrimógeno “es solo otra forma de aplastar, confundir, intimidar y aterrorizar” (huffingtonpost.com, 28/11). Aun así, varios cientos de manifestantes regresaron al siguiente día, desafiando el estado policiaco y para expresar su solidaridad obrera.
Los trabajadores siempre luchan
El gas lacrimógeno no es realmente un gas, es un aerosol de componentes solidos o líquidos. Su familia química incluye, el gas pimienta, el Mace- marca privada, y el gas CS, el mas usado por la policía hoy. Los policías racistas dicen que el gas lacrimógeno no es un arma letal, o es menos letal. Después de los ataques a las familias migrantes en Tijuana, el presidente estadounidense Donald Trump, dijo, que era “muy seguro”.
En realidad, el gas lacrimógeno puede causar severos daños a largo plazo: problemas respiratorios, ceguera, y hasta la muerte. “En 2013, la policía egipcia asesino a 37 prisioneros después de dispararles gas CS dentro de una camioneta cerrada, sofocando a sus victimas con alto grado de dolor. Después de usar el gas constantemente contra manifestantes en Bahréin en el 2012…doctores de derechos humanos reportaron que varias mujeres abortaron después de estar expuestas al gas y un hombre asmático murió” (businessinsider.com, 19/8). Las latas de gas lacrimógeno pueden causar heridas. Y nadie sabe el impacto a largo plazo del uso del gas contra niños y ancianos.
A pesar del peligro, los luchadores de la clase trabajadora rehúsan rendirse frente a los patrones terroristas. En la histórica huelga de Flint en 1937, los trabajadores automotrices lucharon con bisagras y tornillos contra la policía y la guardia nacional armada con gas lacrimógeno y metralletas. En 1968, estudiantes universitarios franceses lanzaron piedras a la policía entre las olas de humo del CS. En 2016, en una protesta contra un gaseoducto, indígenas americanos se enfrentaron, por varios días, a la policía armada con gases en Standing Rock, North Dakota.
De todas las imágenes de la rebelión en Ferguson, la mas memorable podría ser la del joven Edward Crawford, “abrazando una bolsa de papas en una mano mientras alza la mano para lanzar una lata ardiendo de gas que la policía había lanzado…” (cnn.com, 6/5/17). Crawford dijo que actúo para proteger a varios niños que estaban cerca.
Cuando los trabajadores se levantan, la clase capitalista arremete con su poder estatal para tratar de aplastarnos. Pero la historia demostrara que los trabajadores del mundo tenemos tremendo poder. Nosotros no siempre lo sabemos, pero cuando nos damos cuenta, podemos desafiar a los gobernantes en las calles o en el trabajo, luchando contra el terror estatal y la explotación. Una clase trabajadora unida, multirracial puede sobreponerse a cualquier arma patronal.
Una historia criminal
Científicos franceses inventaron el gas lacrimógeno durante la Primera Guerra Mundial para sacar a las tropas alemanas de sus trincheras y barricadas. Se uso junto con mas armas químicas letales. Entre ellas el gas mostaza y el cloro. Después de que un sin numero de civiles murieran por el gas, estos agentes fueron prohibidos en la guerra en 1925 por el Protocolo de Ginebra, y después por la Convención de Armas Químicas de 1993.
Sin embargo, los patrones no han dejado de utilizar las armas químicas en las luchas laborales. Para 1930, estas armas fueron adoptadas por los departamentos de policía de Nueva York, Filadelfia, Cleveland, San Francisco, y Chicago. En 1932, tropas de la Guardia Nacional lanzaron gas lacrimógeno en la universidad de Washington, DC ocupada por el “Ejercito de Bonificación”, veteranos que demandaban su sueldo por sobretiempo durante la guerra. Dos hombres fueron asesinados entre el humo y fuego y un niño se asfixio (Atlantic, 16/8/14). Un fabricante de gas lacrimógeno, la compañía Lake Erie Chemical, “viajaba a áreas de alto conflicto, siguiendo las noticias sobre disputas laborales, para vender su producto domestico y a países como Argentina, Bolivia, y Cuba (Atlantic, 16/8/14).
En la marcha de 1965 en el puente Edmund Pettus, Alabama, la policía estatal disparo docenas de latas de gas lacrimógeno contra manifestantes pacíficos de derechos civiles, creando una cortina de humo para que la policía racista pudiera golpear a cualquier manifestante que caía. Durante la guerra de Vietnam, las tropas estadounidenses dispararon gas contra los Vietcong mientras lanzaba gases lacrimógenos a los manifestantes en Berkeley, California: “Helicópteros con gas lacrimógeno rociaron a miles de estudiantes reunidos pacíficamente, además de la gente alrededor, entre ellos parvularios” (The Atlantic, 16/8/14).
Mas recientemente, conforme aumentan las luchas de la clase trabajadora, las fuerzas policiales utilizaron el gas lacrimógeno contra los manifestantes anti-globalización. Las ventas de gas lacrimógeno se triplicaron en 2011, el año de la Primavera Árabe y Occupy. Para 2022 la industria de armamento “no letal” podría valer mas de $9 mil millones de dólares (pri.org, 11/29).
Esto es lo que nos ofrece el capitalismo: crímenes de guerra y brutalidad, muerte y terror. Bajo el comunismo, la clase trabajadora internacional no tendrá policías racistas, ni fronteras patronales, no existirán trabajadores “migrantes” ni guerras imperialistas. El Partido Laboral Progresista esta organizando para aplastar el sistema de ganancias y crear un mundo mejor. ¡Únetenos!