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Claudia Jones, una comunista revolucionaria negra

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07 Marzo 2020 103 visitas

“Fueron mis experiencias con el sistema Jim Crow como joven mujer negra, experiencias así mismo producto de la pobreza de la clase trabajadora, lo que me llevó a integrarme a la Liga Comunista Juvenil y a escoger la filosofía de mi vida, la ciencia del Marxismo Leninismo – esa filosofía que no sólo rechaza las ideas racistas, pero es su antítesis.” —Claudia Jones

Una de las más grandes mentiras que los capitalistas han tratado de enseñarles a generaciones de gente trabajadora es que los trabajadores negros no jugaron un papel importante en la historia comunista. Esto se debe a que los patrones SIEMPRE van a tratar de perpetuar la idea que los trabajadores deben mantenerse divididos por razas. Sin embargo, en el PLP sabemos que la unidad multirracial SIEMPRE ha sido la manera más efectiva para que los trabajadores en los EEUU – y la unidad internacional desde una perspectiva global – superen los efectos de la explotación y opresión racial. Claudia Jones, una mujer negra líder del Partido Comunista por décadas, representa los esfuerzos heroicos en la lucha contra el racismo y el machismo desde los años 30 a los 60, así como su política también nos muestra las debilidades incrustadas en la estrategia del comunismo internacional hace muchos años. La mayor debilidad en el viejo movimiento comunista que se hace evidente a través de Claudia Jones es que no entendían la necesidad de un partido internacional LIDERADO POR mujeres y trabajadores de color que representasen, uniesen y promoviesen directamente la abolición del capitalismo y el establecimiento de un estado obrero.
Formación de una Comunista
Como miles de otros trabajadores, a comienzos de los años 1900, Jones y su familia emigraron de Trinidad, en el Caribe, a la ciudad de Nueva York. Jones era una estudiante aplicada y comenzó a escribir desde temprano. Tuvo sueños de ir a la universidad, pero como hija de una trabajadora textil que murió demasiado joven, empezó a trabajar desde muy tierna edad. La visión y luchas revolucionarias del movimiento comunista la atrajeron, y en 1936 se integró a la Liga Comunista Juvenil y participó activamente en el movimiento para defender a los 9 de Scottsboro, un grupo de adolescentes negros falsamente acusados de violar a dos mujeres blancas en Alabama. Un movimiento multirracial convirtió el caso de los “Muchachos de Scottsboro” en una causa internacional de millones de trabajadores de todo el mundo que exigían su libertad. Pero justo cuando el movimiento comunista estaba en su punto más agudo comprometiendo a los trabajadores del mundo en la revolución obrera, comenzaron a retroceder políticamente hacia un “frente popular contra el fascismo” y Claudia Jones se convirtió en parte de ese gran retroceso.    
Liderazgo en el Partido Comunista de EEUU y el Macartismo Fascista
En 1937, Jones se integró al personal editorial del Daily Worker, el diario comunista, y ya para 1938 era la editora de Análisis Semanario. Después de la segunda guerra mundial, Jones asumió el secretariado ejecutivo de la Comisión Nacional de la Mujer, el secretariado de la Comisión de la Mujer del Partido Comunista de EEUU. En 1953, asumió el cargo de editora de Negro Affairs [Asuntos Negros], una revista del mismo partido. Sin embargo, si el anti-racismo y el internacionalismo hubiesen sido la premisa central de la estrategia del partido, no hubiesen tenido la necesidad de crear una revista separada para discutir “Asuntos Negros”, ya que todo asunto que concierne a la clase trabajadora se ve afectado por el capitalismo racista y la súper explotación.
A pesar de las limitaciones de la línea del partido, Jones organizó a las trabajadoras y proveyó liderazgo dentro del Partido Comunista de EEUU sobre la manera que la súper explotación de la mujer podría convertirse en un tema central en el desarrollo teórico del partido. Quizás a ella se le conoce mejor por un influyente ensayo que apareció en Political Affairs [Asuntos Políticos], “¡No más descuido de los problemas de la mujer negra!” en el que criticaba a los liberales, progresistas, y a su propio partido por no reconocer suficientemente la súper explotación de la mujer negra bajo el capitalismo y su liderazgo en las luchas de la clase trabajadora, escribiendo:
“La burguesía le tiene miedo a la militancia de la mujer negra, y con buena razón. Los capitalistas saben, mucho mejor que al parecer muchos progresistas, que una vez que la mujer negra comienza a entrar en acción, la militancia de toda la gente negra, y en consecuencia de la coalición anti-imperialista, se ve grandemente incrementada… Desde este punto de vista, no es accidental que la burguesía americana haya intensificado la opresión, no sólo de los negros en general, sino de la mujer negra en particular. Nada expone tanto el movimiento hacia el fascismo de la nación, como la cruel actitud que la burguesía demuestra y cultiva hacia la mujer negra”.
En 1948, Jones, junto con otros líderes del Partido Comunista de EEUU, fue acusada de conspirar para derrocar el gobierno de EEUU. Durante los siguientes siete años, el gobierno federal condenó, encarceló en Ellis Island, y finalmente deportó a Jones – pero no sin que se generara un movimiento internacional para liberarla a ella y a miles de otros comunistas y organizadores progresistas de clase trabajadora encarcelados durante el fascismo del periodo Macartista.  
La lucha contra el Racismo y el Imperialismo Británico
Después de la segunda guerra mundial, la inmigración del Caribe al Reino Unido aumento y los trabajadores inmigrantes negros y asiáticos se enfrentaban a un racismo brutal a su llegada. Habían avisos que decían, “No se aceptan Irlandeses, negros o perros” en las calles de Londres y en los negocios y apartamentos de alquiler. Eran comunes los ataques de las turbas de jóvenes blancos y de los policías contra los jóvenes negros. Jones, que era una comunista vitalicia que se auto describía como Marxista-Leninista, trabajó en Londres en los años 50 y 60, organizando incansablemente varias campañas anti racistas y anti imperialistas. Al darse cuenta de la importancia de celebrar la cultura de la clase trabajadora, Jones fundó la Gaceta Antillana, un periódico popular que se forjó una base entre los trabajadores de la diáspora antillana en Inglaterra y en las Antillas, con una circulación de 15,000 copias. En 1958, a raíz de los asesinatos de jóvenes negros y disturbios instigados por turbas de racistas blancos en el vecindario de Notting Hill en Londres, Jones y otros organizaron un carnaval en respuesta a la violencia como una manera de unificar a la comunidad Caribeña.
Claudia Jones murió en diciembre de 1964, su salud mermada por los años de persecución política y encarcelamiento en los EEUU. Su legado se sintió inmediatamente en las comunidades de clase trabajadora de todo el mundo y los pésames empezaron a llegar, de W.E.B DuBois, Paul Robeson, Amy Ashwood Garvey y hasta de Mao Zedong, a quien Jones conoció en una delegación a China. Claudia Jones permanece como un ejemplo de cómo el liderazgo de los trabajadores negros, y especialmente de la mujer negra, es la llave al futuro para forjar una sociedad comunista. Paul Robeson expresó su admiración por Jones de este modo:
“Fue un gran privilegio haber conocido a Claudia Jones. Ella fue una enérgica y valiente líder del Partido Comunista de los EEUU, y participó activamente en la tarea de unir a la gente blanca y de color y por la dignidad e igualdad, especialmente de la gente negra y de las mujeres”. Es justo que Jones este enterrada al lado de Carlos Marx en el cementerio Highgate en Londres.
Después de su deportación, Jones escribió:
“Me deportaron de los EEUU porque como mujer negra comunista de descendencia antillana, era una espina en su costado por mi oposición a la discriminación racista del sistema Jim Crow contra 16 millones de negros americanos en los EEUU, por mi labor para buscar respuesta a estas quejas, por la unidad de los trabajadores negros y blancos, por los derechos de la mujer…”      
Como comunistas todos debemos ser esa espina en el costado del capitalismo – tan afilada que lo hagamos sangrar.