En Agente Sonya: la espía de guerra más atrevida de Moscú (2020), Ben Macintyre describe la evolución de Úrsula Kuczynski, de una revolucionaria incipiente a la carrera de una de las espías soviéticas más exitosas antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial.
Época de gran conflicto y revolución
Entre dos guerras mundiales, el fascismo estaba aumentando en Europa y Asia. Alemania estaba llena de batallas callejeras entre fascistas, el Partido Comunista Alemán y el Partido Socialdemócrata.
Existía un gran abismo entre los ultrarricos y todos los demás. La República de Weimar, 1919-1933, se caracterizó por el desempleo masivo, la inseguridad económica y el salvaje conflicto político. En solo un año, 1918-1919, aproximadamente 900.000 alemanes murieron de hambre. En 1920, se fundó el Partido Nazi. Un año después, Adolf Hitler se convirtió en su líder. El 1 de enero de 1919, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht fundaron el Partido Comunista Alemán, pero fueron capturados y asesinados por oficiales del ejército alemán de derecha, posiblemente sancionados por líderes del anticomunista Partido Socialdemócrata.
En julio de 1921, el Partido Comunista de China se organizó en Shanghái. En 1927, un líder del Partido Nacionalista, el Kuomintang (KMT), Chiang Kai-shek, rompió con los comunistas. En un día, el 12 de abril de 1927, las fuerzas militares del KMT, aliadas con bandas criminales locales, mataron entre 5.000 y 10.000 estudiantes y trabajadores leales a los comunistas.
El mundo capitalista después de la Primera Guerra Mundial, desde Europa hasta Japón, estuvo dominado por militaristas, jefes de estado fascistas y sus patrocinadores financieros, todos los cuales abrazaron diversas formas de racismo, antisemitismo, xenofobia, patriotismo, militarismo y conquista imperial.
La diferencia fundamental entre las décadas de 1920 y 1930 en Europa y la actualidad fue la existencia de un movimiento comunista internacional. El resultado de la revolución bolchevique en noviembre de 1917 fue que la clase trabajadora, dirigida por el Partido Bolchevique (comunista) y con el objetivo de crear una sociedad antirracista de igualdad en lugar de la propiedad privada y el lucro, dominaba en el país más grande del mundo.
Durante la década de 1920 y principios de la de 1930, los movimientos comunistas revolucionarios en Alemania, Hungría, Bulgaria, Grecia, Italia y China lucharon contra los fascistas por el poder estatal. El Komintern y la Unión Soviética dieron apoyo material e ideológico a esta lucha.
Úrsula Kuczynski
En este caldero político y social, nació Úrsula Kuczynski en 1907 en una familia judía de clase media en Berlín. Cuando tenía dieciséis años, la policía la golpeó en Berlín durante una manifestación del Primero de Mayo, aprendiendo una lección que nunca olvidaría: la política es, en el fondo, una lucha de poder, la mayoría de las veces decidida por el combate mortal.
Úrsula Kuczynski era una espía profesional que dirigía agentes y redes contra los fascistas en su propio país, en la China ocupada por los japoneses, en Polonia, Suiza y luego, durante el período de la Guerra Fría, en Gran Bretaña. Con el tiempo se convirtió en coronel del Ejército Rojo y, entre otros éxitos de espionaje, dirigió a Klaus Fuchs, el físico alemán que permitió a la URSS obtener la bomba atómica, rompiendo así el monopolio estadounidense sobre el armamento atómico.
Después de la Segunda Guerra Mundial continuó espiando para Moscú. A menudo sospechada, nunca fue atrapada. En 1943, el director de inteligencia soviética dijo lo siguiente sobre ella: “Si tuviéramos cinco Sonyas como en Inglaterra, la guerra terminaría antes”.
Siempre comunista
Murió en Alemania el 7 de julio de 2000, a los noventa y tres años. Su hijo, Peter, resumió la larga vida de su madre de esta manera: “Había dos cosas importantes para ella, sus hijos y la causa comunista”.
Úrsula Kuczynski también se llamaba Ruth Werner, Úrsula Beurton, Sra. Burton y Úrsula Hamburger, pero su nombre más perdurable, su nombre de espía, era Sonya.
El libro Agente Sonya es fascinante porque contextualiza cómo desde la década de 1920 hasta su muerte, casi ochenta años después, una joven nacida en una familia rica se convirtió en comunista radical y nunca renunció a su compromiso de luchar contra el fascismo y tratar de crear un mundo socialista. En febrero de 1950, decidió vivir en la Alemania Oriental socialista en lugar de Inglaterra. Ella creía que, por profundamente defectuoso que fuera, Alemania Oriental era un lugar más humano que la Alemania Occidental capitalista, donde gracias a los aliados occidentales los asesinos nazis permanecían en el poder. Tales ideas de política del mal menor eran una característica clave del antiguo movimiento comunista y esta debilidad llevó a su fracaso.
Optimismo revolucionario
Incluso cuando la RDA se desmoronaba en 1990, Úrsula reafirmó su creencia básica en los principios comunistas. “No tengo ninguna razón para sentirme avergonzado por motivos morales o éticos”.
Su enemigo siempre fue el fascismo y “por eso mantengo la cabeza en alto”.
Incluso cuando la Alemania del Este estaba a punto de disolverse, la Agente Sonya se dirigió a una gran manifestación en Berlín diciéndole a la multitud que no perdiera la fe: “¡Vayan y formen parte del Partido, trabajen en él, cambien el futuro, trabajen como socialistas limpios! Tengo coraje. Soy optimista porque sé que sucederá”.
Aprendiendo de las victorias y errores del antiguo movimiento, el PLP lucha directamente por el comunismo. Llevamos con nosotros un optimismo revolucionario que nos recuerda que por muy oscura que sea la era de la lucha de clases, tenemos coraje porque también sabemos que sucederá.
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Reseña de libro “Agente Sonya,” Una Comunista Heroica
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- 10 Marzo 2021 123 visitas