El “Plan de Rescate Americano” de $1.9 trillones del segregacionista Joe Biden, aprobado a la fuerza por un Congreso controlado por los Demócratas, es un acto de desesperación de los patrones del capital financiero estadounidense. En su caída hacia un fascismo más abierto y una guerra global, estos patrones liberales necesitan contar con la lealtad de los trabajadores agobiados por el Covid-19, el desempleo masivo, y las contradicciones esenciales de este sistema de lucro.
El capitalismo financiero – los Grandes Fascistas que en su mayor parte han gobernado EEUU y dominado el planeta desde la Segunda Guerra Mundial – ahora se ve amenazados por todos lados. China, su rival inter-imperialista más importante, merma cada vez más su control geopolítico. Su propio Capitolio se vio amenazado por milicias armadas leales a los abiertamente racistas Pequeños Fascistas, el ala aislacionista liderada por las familias Koch, Mercer y DeVos, entre otros (Vea el glosario en la p.6). Mientras tanto, millones de trabajadores han perdido la confianza en un sistema que no puede proveer trabajos con buena paga, servicios de salud básicos en una pandemia, o servicios públicos regulares que protejan a los niños para que no se congelen en el invierno por una tormenta (Vea el DESAFIO, 17/3).
Con la economía estadounidense estancada, con un nivel de desempleo “real” de más del 11 por ciento (thebalance.com, 6/3), los patrones buscan la forma de resucitarla para que todo vuelva a funcionar. Y mientras se acercan a ese inevitable choque que los lleva a la guerra mundial, necesitan promover el fascismo en el país. Las migajas del Plan de Rescate de Biden son muestras de la continua crisis en el presente y de la espantosa masacre en un futuro no muy lejano. Por esto es que el Partido Laboral Progresista y la clase trabajadora internacional tienen que organizarse para aplastar a los patrones y tomar el poder del estado con una revolución comunista.
Negligencia criminal del Capitalismo
La pandemia ha causado la perdida de millones de trabajos. Muchos nunca se van a recuperar. Debido a las desigualdades racistas del capitalismo, los trabajadores negros y Latinos han sido duramente golpeados. Las trabajadoras negras, en particular, han confrontado una tormenta de despidos, cierre de escuelas, y la responsabilidad del cuidado infantil (Wall Street Journal. 6/3).
La administración de Biden y Kamala Harris alega que los créditos fiscales recientemente aprobados van a reducir la pobreza infantil en un 50 por ciento. Sin embargo, considerando un ajuste por la inflación, el ingreso adicional es menos de la mitad de lo que las familias pobres recibían en los años 70 a través del miserable programa de Ayuda a las Familias con Niños Dependientes, antes de que los Demócratas como Clinton y Biden los podaran en nombre de la reforma a la asistencia pública (CNBC, 11/3).
En una nación que tiene más de 10 millones de niños pobres (Centro de Investigaciones Pew, 20/11/2020), una reducción del 50 por ciento deja todavía a 5 millones sumidos en la pobreza – un crimen. Las migajas de Biden, que los portavoces vendidos, como Michelle Goldberg y Paul Krugman del New York Times, llaman “transformativas”, no son más que una respuesta inadecuada a la pesadilla que confrontan los niños bajo este sistema brutal: hambre, desamparo, falta de cuidados infantiles y de salud, una mala educación racista, abuso, descuido, encarcelamientos y terror policial. ¡El comunismo será el fin de toda esta letanía de horrores capitalistas que se les imponen a los más vulnerables!
Otra patética migaja que ofrece la ley de Rescate es la expansión de los subsidios de desempleo. En el primer estimulo durante la primavera, los patrones distribuyeron $600 más a la semana para los desempleados. Esta vez, el Senado estadounidense aprobó subsidios de $300 por semana. Cedieron ante el Demócrata de West Virginia, Joe Manchin, que recibe dinero a manos llenas de los patrones del petróleo y del carbón. Esto no le impidió alegar de manera racista que los $400 “desanimaría” a que los trabajadores busquen empleos (Newsweek, 5/3).
Y ya para echarle sal a la llaga, se eliminó la ley del salario mínimo de $15. La división entre los patrones capitalistas – tanto entre los Fascistas Grandes y Pequeños como dentro del campo del capitalismo financiero – no les permitió subir el salario mínimo más allá del actual $7.25 la hora. Esto está muy por debajo del nivel de pobreza de una familia de un solo padre o madre con un niño, así el adulto trabaje a tiempo completo (City Watch, 20/6).
Patrones dispuestos a matar millones para salvar el capitali$mo
Durante esta honda crisis del capitalismo mundial, un periodo parecido nos ofrece algunas lecciones: la Gran Depresión de los años 30. Entonces como ahora, los patrones de EEUU confrontaban amenazas crecientes, desde Europa hasta el Pacifico. Inspirados por la Unión Soviética, controlada entonces por los trabajadores, donde no había desempleo, los trabajadores estadounidenses fueron más militantes. Sólo en 1934 hubo más de 2,000 huelgas. Entonces como ahora, los patrones se dispusieron a salvar al capitalismo estadounidense: el Nuevo Acuerdo, que creó más de 12 millones de empleos a través de la Administración Laboral y de Obras Públicas (Foreign Affairs, Enero/Feb).
Pero como todo programa bajo el capitalismo, el Nuevo Acuerdo estuvo plagado de desigualdades racistas. Los nuevos programas, como el Seguro Social, excluían a las trabajadoras domesticas y del campo, una inmensa sección de la clase trabajadora negra y Latina – así como el Plan de Rescate de Biden excluye a los trabajadores indocumentados.
Los Grandes Fascistas con más visión saben que un plan de rescate limitado y temporal no es suficiente para crear el movimiento patriótico que necesitan para la Tercera Guerra Mundial. Ahora prometen legislación para mejorar las infraestructuras y limitar cambios climáticos – para crear más trabajos, y que los ayude a prepararse para la guerra. Lo que falta ver es si los patrones liderados por Biden van a tener la unidad y disciplina que necesitan para pagar por estos programas, subiéndole los impuestos a su propia clase (CNBC, 10/3).
La lección más importante, sin embargo, es que el Nuevo Acuerdo, que fue una reestructuración más a fondo del capitalismo estadounidense, no le puso fin a la Depresión. Hizo falta la Segunda Guerra Mundial y la destrucción de las capacidades productivas de los mayores poderes industriales. La masacre costo las vidas de 100 millones de trabajadores. Los patrones saben que la guerra es la única manera de responder a las contradicciones de su sistema.
Comunismo: el verdadero plan de rescate
Hemos visto destellos de un futuro comunista en los muchos esfuerzos de ayuda mutua que se han dado desde los inicios de la pandemia. Los trabajadores han respondido donando fondos, distribuyendo comida, defendiendo a las familias que se enfrentaban a desalojos. Estos son anticipos de un mundo comunista basado en el principio: “a cada uno según sus necesidades, de cada uno segun su compromiso”. Bajo el comunismo no habrá pobreza, desempleo o guerras imperialistas. Sólo una revolución comunista bajo la bandera del Partido Laboral Progresista podrá crear la sociedad que la clase trabajadora se merece. ¡Únasenos!
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Paquete de Estímulo: migajas en el camino hacia la guerra y el fascismo
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- 20 Marzo 2021 125 visitas