“El gobierno de la esperanza ha llegado…Vamos a desarrollar el capitalismo en Colombia”
--Gustavo Petro, 19 de junio, durante su discurso de victoria
La elección del seudo líder Gustavo Petro como presidente de Colombia es un desesperado intento por los gobernantes capitalistas para pacificar, con promesas vacías de una “transformación” social, a millones de furiosos trabajadores. Muy cerca de la humillante Cumbre de las Américas (Ver DESAFIO, 22 de junio) su victoria refleja el declive de los patrones estadounidenses en su propio traspatio. Pero, aunque cualquier circo electoral es una propuesta perdedora para nuestra clase, y los liberales y falsos izquierdistas como Petro son especialmente peligroso, los trabajadores nunca debemos dejar de luchar. Desde Colombia a Haití, de México a Pakistán, ellos se levantarán nuevamente contra la pobreza, el terror estatal, impunidad gansteril y la desigualdad racista.
Las reformas por políticos “anti-sistema” nunca podrán llena las necesidades de los trabajadores. La democracia liberal es una dictadura de la clase dominante; está establecido que solo servirá a sus necesidades. El capitalismo en todos lados está construido sobre el racismo, sexismo, explotación, y violencia. Solo la revolución comunista dirigida por el Partido Laboral Progresista, podrá transformar la sociedad aplastando el perverso sistema de ganancias y creando un mundo dirigido por y para la clase trabajadora.
Desigualdades racistas y el terror estatal
Latinoamérica tiene el más alto nivel de desigualdad económica en el mundo, y Colombia tiene la peor desigualdad salarial y menos movilidad social en Latinoamérica (statista.com; Foreign Affairs, 19/6). 40% de la población del país vive en la pobreza; 20% de los jóvenes adultos están sin trabajo. La brecha de ingresos ha aumentado en medio de la pandemia, especialmente en áreas rurales donde la población es altamente indígena y en comunidades negras.
Enardecidos por la ruptura de los servicios públicos, aumentos a los impuestos, un plan para privatizar la salud pública, y más de cinco décadas de guerra civil, cientos de miles de trabajadores y estudiantes han montado manifestaciones masivas, que el verano pasado culminaron en una “huelga nacional”. Al menos 46 manifestantes fueron asesinados por la policía racista colombiana (New York Times, 19/6). El trabajo de Petro fue el de desviar a los trabajadores más enfurecidos y con menos que perder - mujeres, jóvenes, gente pobre, trabajadores negros e indígenas – fuera de las calles y al ruedo de la política electoral. Y lo hizo tan bien que venció a Rodolfo Hernández, un hombre de negocios tipo Trump, quien alababa a Hitler y declaro que las mujeres venezolanas eran “una fábrica de hacer niños pobres” (New York Times, 19/6). Como muestra del disgusto de los trabajadores por el estatus quo, el candidato de la vieja guardia, Federico Gutiérrez, no logro llegar a la segunda vuelta.
Guerrillero capitalista
Petro, alcanzo la mayoría de edad como un “rebelde” urbano que rehusaba agitar las aguas del capitalismo. A la edad de 17 se unió al M-19, cuyos miembros “se definían más como reformistas que revolucionarios, más cercanos a las enseñanzas del libertador Simón Bolívar que las de Marx” (Americas Quarterly, 31/10/17). Después de 12 años de guerrillero no combatiente y 16 meses de cárcel, Petro salto a la arena de los patrones. En las últimas tres décadas, participo en el congreso y senado colombiano, este auto-creado “socialista” ha servido como títere voluntario capitalista, moviéndose incesantemente a la derecha conforme se acercaba al poder.
Como alcalde de Bogotá de 2012 a 2015, Petro despidió a cientos de choferes, recorto la ayuda a los discapacitados, y cerró comedores comunitarios. Quienes osaban manifestarse eran aplastados por los aliados de Petro en los sindicatos y tratados brutalmente por la policía de Petro. Fitch, la agencia de crédito estadounidense alabo la “política conservadora de la deuda” del alcalde (finance.yahoo.com, 6/22)— es decir los ataques de austeridad a los trabajadores.
En su tercera y última campaña presidencial, Petro prometió grandes cambios: reformas agrarias, reformas de impuestos, pensiones, empleo garantizado, subsidios para madres solteras, educación gratuita para todos. Jugando con las políticas de identidad reaccionarias, recluto a una mujer negra como su vice-presidenta. Pero, Petro tuvo mucho cuidado de no ir más allá de lo debido para no alienar a la elite adinerada de Colombia. Prometió no expropiar la propiedad privada y le dio vueltas a los derechos de aborto. Para extender su base votante, se alió al expresidente Álvaro Uribe, el carnicero fascista que dio rienda suelta a los paramilitares asesinos y traficantes de drogas, y cuyo ejército masacro miles de civiles y los vistió de guerrilleros para recibir bonos (americasquarterly.org, 1o/1). Una carga de energía limpia, Petro dijo que prohibiría nuevos proyectos de petróleo, pero dejaría intactos los ya existentes – permitiendo que productores de gas y petróleo sigan perforando hasta el 2026, cuando el gran reformista ha prometido demitir después de un periodo (finance.yahoo.com, 20/6).
Mientras tanto, las divisiones dentro de la clase dominante colombiana – y la naturaleza del capitalismo – pondrán un severo limite a la agenda de Petro. Su partido minoritario puede perder por votación en el congreso, y los juzgados constitucionales del país son dirigidos por jueces aliados a los grandes terratenientes. Colombia tiene una pequeña base que paga impuestos y esta inundada de deudas, Petro necesitara los fondos de la pensión privada corrupta para seguir comprando los bonos que mantienen el gobierno a flote. Igual que el racista Joe Biden, Petro tendrá que luchar para poder pasar las mas insignificantes reformas. Según un profesor de ciencias políticas en la universidad Rosario de Bogotá, tendrá “que abandonar ciertas partes de su programa…no tiene una mayoría para implementar todo lo que ha prometido” (NYT, 20/6). O como lo dijo Bruce Mac Master, presidente de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia “Petro es un economista. El comprende los temas económicos” (Financial Times, 19/6).
El capitalismo esta construido alrededor del máximo de ganancias para unos cuantos a expensas de los muchos. La historia nos muestra que cualquier borona que nos den los patrones será pequeña y de poca duración – y nos la quitaran en su próxima inevitable crisis.
Jugando en ambos lados
Colombia ha sido el más confiable aliado de EE.UU. en Latinoamérica, y es ahora el segundo recipiente, después de México, de armas estadounidenses (visualcapitalist.com, 9/5). Empezando en los 1960 bajo el presidente John F. Kennedy, y aumentando durante la Guerra Sucia desatada por Ronald Reagan en los 1980, EE.UU. fomento el terror estatal en Colombia, Guatemala, y El Salvador. Según Alfredo Vázquez Carrizosa, antiguo ministro de relaciones exteriores, Washington “se aseguró de transformar nuestros ejércitos regulares en brigadas contrainsurgentes” (Huffington Post, 24/3/14). Hasta el día de hoy, la “guerra contra las drogas” estadounidense no ha hecho nada para limitar la industria de cocaína en Colombia. Pero, con la CIA en la avanzada, EE.UU. ha jugado un papel central en el financiamiento de los paramilitares fascistas y los escuadrones de la muerte que han atacado a sindicalistas, lideres campesinos, monitores de derechos humanos, periodistas y otros sospechosos de “subversivos” (Progressive, junio 1998).
Durante la Guerra Fría, cuando el imperialismo estadounidense dominaba la atmosfera, patrocino golpes contra lideres electos que amenazaran sus intereses, desde Guatemala a Brasil a Chile a Argentina. Pero el ascenso de su rival imperialista; China, cambio el juego. Los acuerdos deben ser con políticos que EE.UU. alguna vez pudo haberlos asesinado. Con la última ola reformista “marea rosa” los seudo lideres en Perú, Chile, Argentina, Ecuador, y México, y Lula da Silva creando una campaña fuerte para su regreso a Brasil, EE.UU. necesita mantener su punto de poyo en Colombia para aminorar la influencia china en el hemisferio.
Como buen oportunista, Petro juega ambos lados. Mientras reconoce a China como un socio estratégico en comercio y finanzas, declara que la relación de Colombia con EE.UU. es de “gran importancia…y la histórica cercanía de esta relación debe continuar” El Espectador, 6/2). Petro podrá no haber sido la primera opción para el capital financiero estadounidense, pero los grandes patrones parecen pensar que pueden trabajar con él. Después que el presidente electo aludió fuertemente que nombraría a un “moderado” posiblemente un ex banquero central – como ministro de finanzas, Morgan Stanley, el gigante banco multinacional, suspiro con alivio: “En el periodo próximo, esperamos que la administración busque expandir su coalición y no pronosticamos propuestas políticas perturbadoras” (Financial Times, 19/6). En otras palabras, los ricos seguirán haciéndose más ricos mientras que los trabajadores colombianos se hundirán más en la pobreza.
¡Luchemos por el comunismo!
La elección de traidores a nuestra clase como Gustavo Petro no pueden cambiar el conflicto fundamental entre los patrones capitalistas y la clase trabajadora internacional. ¡El único patrón bueno es el que está muerto! La ira de los trabajadores no será contenida por unas limitadas reformas. Al final, solo la destrucción del capitalismo puede resolver estas contradicciones. Solo el comunismo puede crear el mundo que necesitamos. ¡Avancemos clase trabajadora! ¡Únete al PLP!
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EDITORIAL. Colombia: FARSA ELECTORAL EXPONE CRISIS CAPITALISTA
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- 25 Junio 2022 176 visitas