Brooklyn, NY, 16 de julio – “¡Salvar nuestros pacientes, salvar nuestros trabajos!” se escuchó mientras que centenares de obreros con camisetas rojas destellando rayos del sol caluroso piqueteaban otra vez protestando los reajustes y despidos en este hospital urbano. Adentro, los politiqueros estatales y los mandatarios universitarios y del hospital se reunían. Cuando salieron, los politiqueros se encontraron en la silla caliente por los recortes racistas de los trabajaos y servicios. En menos de una semana centenares de notificaciones de despido fueron enviados a los recintos de Downstate y LICH, ambos parte del sistema de SUNY Downstate.
¿ESTAMOS GANANDO?
¿Podemos ganar esta lucha contra poderes desde Albany hasta Wall Street? En los años de 1960’s, los trabajadores hospitalarios, en su mayoría mujeres morenas, decidieron que ya no iban a aguantar trabajar por $40/semana, salarios más bajos que el nivel de pobreza. Por años organizaron, piquetearon, declararon huelgas, desafiaron a las cortes y los policías (y a veces los líderes sindicales del 1199) y fueron encarceladas, pero finalmente consiguieron representación sindical, un sueldo base y prestaciones. Ahora parece que los patrones quieren empujarnos (todavía trabajadores predominantemente mujeres de color) hacia los sueldos de hambre.
¡LO QUE NO TE MATA TE FORTALECE!
Hay otro tipo de victoria que podemos ganar bajo el capitalismo si tenemos la voluntad de llevar a cabo una lucha total semejante a la de estos obreros. Podemos hacernos una fuerza obrera más despabilada, activa, y unida. Involucrándonos en esta lucha puede expandir nuestros límites — salirnos de nuestras estancaciones. Nos puede ayudar identificar a nuestros enemigos: los ricos y sus politiqueros, las cortes, policías, medios de comunicación, y las jerarquías sindicales. Nos puede ayudar identificar a nuestros amigos.
En nuestra manifestación del 28 de junio, unimos a los trabajadores y la comunidad, tres sindicatos diferentes, hombres y mujeres, negros, blancos, latinos, muchos grupos étnicos, trabajadores de departamentos diferentes, profesionales y no profesionales. Tomando otro paso, podemos ver más allá de nuestro hospital para ver que nuestra lucha es la misma que la de los obreros y pacientes en Brookdale o el Condado de Cook en Chicago.
Tomando otro paso podemos sentir solidaridad con la lucha de los obreros de ConEd quienes fueron despedidos porque rehusaron aceptar recortes o aún la lucha en nuestro vecindario contra el asesinato racista policial de Shantel Davis de 23 años de edad a unas cuantas cuadras de nuestro hospital. O quién sabe – podremos darnos cuenta que los obreros en Haití, Egipto, Nigeria, o China está peleando la misma lucha.
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WASHINGTON, DC, 24 de Julio –  Hoy varios miles de trabajadores y estudiantes de todo el mundo marcharon en la Casa Blanca demandando que los patrones y politiqueros tomen los pasos necesarios para frenar la epidemia de SIDA en el mundo.  PLPeistas distribuyeron unos 2,000 DESAFIOS y panfletos comunistas argumentando que los patrones y políticos nunca llenarán las necesidades de los trabajadores.   El único camino a la victoria contra el SIDA es la revolución comunista.  Mucha gente respondía con interés y sorpresa de encontrarse con revolucionarios serios.  Muchos nos pidieron contactarlos para conversar un poco más.   
La “Movilización Podemos Acabar con el SIDA” unió a un grupo multirracial de activistas dirigido por portadores del VIH que participan en la Conferencia Internacional del SIDA.  Las organizaciones movilizaron a miles de trabajadores a DC quienes marcharon junto a miles de Uganda, África del Sur, Kenia, La Federación Rusa, y muchos otros países, en una inspiradora muestra de solidaridad internacional.   
Sin embargo, una estrategia revolucionaria es necesaria para frenar la epidemia.  Los patrones podrán desear limitar el contagio o la severidad de la enfermedad cuando debilita a su fuerza labora, pero su relación con las ganancias siempre evita que resuelvan la compleja epidemia de VIH-SIDA. 

El capitalismo afianza la epidemia todos los días.  Los activistas del SIDA deberán dejar de lado a las ONG dirigidas por los patrones, que aunque puedan tener buenas intenciones son soluciones parciales del problema, y deberán tomar la tarea mas difícil de hacer la revolución comunista si queremos tener éxito en erradicar el VIH-SIDA.
La marcha demandaba medicinas para el VIH baratas, impuestos en transacciones de acciones para pagar por programas del VIH, programas de intercambio de jeringuillas, vivienda accesible, derechos de reproducción para las mujeres, y un alto a la encarcelación masiva de negros, latinos e inmigrantes.  Camino a la Casa Blanca, la marcha paro en UPS para repudiar la homofobia de esos patrones.   También protestamos en Wells Fargo en respuesta a la campaña local del Comité Criminal de Injusticia contra Occupy DC quienes contra las inversiones de los banqueros en las prisiones y el apoyo que le dan a las encarcelaciones masivas.   
Las demandas de la marcha podrían lograr un poco de mejoras.  Los blancos (UPS, Wells Fargo, y la Casa Blanca) están entre los enemigos de la clase trabajadora.  Pero la epidemia de SIDA terminara solo cuando los trabajadores acaben con el capitalismo y tomen el poder.  Una sociedad igualitaria comunista proveerá las condiciones de vida y el poder para asignar los recursos para atender la salud de los trabajadores.  
VIH, el virus que causa el SIDA, crece en la podredumbre del racismo y la pobreza del capitalismo.  Afecta en desproporción a los más pobres, presos, drogadictos, y quienes venden sus cuerpos, y homosexuales.   Es uno de los principales desestabilizadores en la comunidad negra.   La negligencia hacia esta enfermedad es profundamente racista en EEUU y en el mundo.  
Casi la mitad de los hombres y mujeres negros en EUU están infectados con VIH.  La información muestra que esta no se debe a un comportamiento personal sino a los ataques racistas, incluyendo las encarcelaciones, la falta de vivienda, desempleo, el estigma y la segregación.  Las marchas mencionaron estos puntos que por lo general son omitidos en los reportes de las UN y oradores en las conferencias de SIDA.
La “guerra contra las drogas” que criminaliza la posesión y uso de drogas y utiliza las técnicas de “parar y catear” con énfasis en parar a la gente de color y encarcela a hombres negros y mujeres también aumenta la epidemia del VIH.  La discriminación contra homosexuales o drogadictos crea vergüenza y miedo el cual evita que los mismos busquen servicios o luchen por un cambio social.  El espíritu de lucha de las marchas rompió con estas barreras metiendo a todos en la lucha, incluyendo miles de mujeres sindicalizadas obligadas por el capitalismo a vender sus cuerpos en India.  Ellas no pudieron entrar a EEUU, pero se manifestaron al mismo tiempo en India.  La marcha nos dio una pequeña reseña  de una clase trabajadora mundial movilizada.  
Lo que la clase trabajadora necesita es un partido revolucionario para organizar y aplastar el capitalismo – causante de esta epidemia racista del SIDA – de una vez por todas.  Eso es lo que el Partido Laboral Progresista esta haciendo.  ¡Únetenos!

La cantidad enorme de energía que se desperdicia en la búsqueda de las ganancias máximas para las corporaciones capitalistas es la fuente de los problemas de energía en Japón. El combustible fósil quemado para aumentar la riqueza de la industria automotriz, el poder eléctrico consumido por los letreros de neón, máquinas expendedoras eléctricas, y la publicidad en todas sus formas son desafortunadamente, no lo que se enfatiza por los portavoces de un movimiento antigubernamental creciente en Japón.
Hasta 170.000 manifestantes se reunieron en el centro de Tokio el 16 de julio para reclamar un fin al poder nuclear y para protestar la decisión reciente del gobierno de reanudar las operaciones de las plantas de energía nuclear después de un cierre total de dos meses para una supuesta inspección de seguridad. Los manifestantes exigieron la dimisión del primer ministro ineficaz Noda y su administración del Partido Democrático Nuevo, señalaron la falta completa de un progreso significativo en la restauración del sustento de las víctimas del desastre y en la descontaminación de las áreas afectadas.
El movimiento de masas contra el uso del poder nuclear está creciendo en Japón a raíz del desastre nuclear que fue causado por los terremotos y tsunami en marzo de 2011. El movimiento ha avanzado bastante en la recaudación de 10 millones de firmas en una petición que exige la abolición del poder nuclear. La clase obrera japonesa sabe que no puede confiar en los burócratas gubernamentales o sus amos capitalistas para garantizar la seguridad pública. Mucha gente trabajadora sabe que la compañía de Poder Eléctrico de Tokio ha usado a gánsteres (sokaiya) para intimidar a los manifestantes en el pasado.
Como víctimas del gran crimen de guerra estadounidense, el uso de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, los obreros japoneses entienden los horrores del envenenamiento de radiación.
El movimiento creciente refleja un clima nacional a favor de un cambio social radical—un nuevo modo de vivir. El sentimiento anticapitalista está creciendo, pero al igual que el movimiento Occupy en los EE.UU., le falta la dirección clara del tipo que le podría dar un partido comunista revolucionario. Japón padece del estancamiento económico pos-burbuja y el desempleo masivo por más de 20 años. Queda claro que los EE.UU y Europa están siguiendo el mismo camino luego de que se rompiera su economía de burbujas de activos.
El Partido Comunista de Japón viejo dejó de luchar por el comunismo hace mucho. En vez de eso participa en campañas electorales prometiendo, en efecto, que si sólo gente buena e inteligente como sus candidatos ganarían el poder, entonces el sistema podría trabajar con unas cuantas modificaciones “científicas-socialistas.” El Partido Socialista viejo que antes dirigía luchas sindicalistas militantes ahora está caduco. Un puñado de grupos cuasi-Trotskistas oportunistas sólo aumenta la confusión sobre el Marxismo-Leninismo.
Claro que esta situación generalizada no sólo está aconteciendo en Japón. No hay atajos en la lucha para el comunismo—para la revolución verdadera. La clase capitalista es lo suficientemente fuerte y flexible para aguantar movimientos basado en consignas equivocadas como “somos el 99%.” En Japón como en todas partes, reemplazar un partido burgués por otro, construir un movimiento reformista tras otro que ignora el control que los patrones tienen sobre los recursos económicos—la causa subyacente del desempleo y contaminación—deja a los patrones capitalistas en el poder. Los obreros por todo el mundo aprenderán esto. Nos toca a nosotros en el PLP para ocasionar esto lo más pronto posible.

El 28 de junio, la Suprema Corte declaro constitucional la reforma de salud de Obama, la ley Affordable Care Act (ACA). Muchas voces “progresistas” aplaudieron esto como una gran victoria mientras que los “conservadores” del Partido del Te gritaron que la reforma del presidente era equivalente al socialismo y deberá ser aplastada. Otros reformistas de la salud señalaron que esta nueva ley, habiendo sobrevivido los desafíos de la corte, no servía de mucho. Doctores por un Plan de Salud Nacional (PNHP, siglas en ingles), por ejemplo, señalaron en un comunicado de prensa que la endeble reforma deja a 26 millones sin seguro medico y no da cobertura adecuada a millones mas.
¿Que lecciones pueden aprender los comunistas de todo esto? Primero, que ningún lado del “debate” representa los intereses de los trabajadores. Los racistas del Partido del Te, cacareando lo inconstitucional de la ley y diciendo que Obama es socialista son claramente enemigos de la clase trabajadora. Pero menos claro es que los políticos liberales como Obama no son mejores. En mas de 3 años de presidencia de Obama, la clase trabajadora sigue sufriendo devastadores ataques racistas, en el empleo, salud y educación – sin mencionar de las campañas sin precedente de deportaciones racistas que Obama a supervisado. Para los trabajadores, escoger a un grupo de patrones y políticos en vez de otro, es un error letal.
Para los comunistas, la consigna “A cada quien según su necesidad”, nos ha guiado desde los días de Carlos Marx. En otras palabras, no confiamos en ningún político, pues todos sirven a un sector patronal u otro. Su sistema, el capitalismo, no se basa en las necesidades de los trabajadores. El capitalismo siempre ha sido y será un sistema de ganancias, avaricia, racismo y sexismo. El capitalismo es un sistema en donde los trabajadores tienen un valor siempre y cuando puedan producir ganancias para el patrón. La lección principal de Obamacare (así se le llama a ACA) es que solo un sistema verdaderamente se basa en las necesidades de los trabajadores, el comunismo, con el cual obtendremos una vida decente y buena salud.
El PNHP explica porque la gente en EEUU no puede obtener la reforma de salud que necesita: “Porque la ACA perpetua un papel dominante para la industria privada de seguros. Cada año, esa industria desvía cientos de miles de dólares de la salud para sus ganancias y el papeleo que demanda de los doctores y hospitales; niega salud para poder aumentar sus ganancias y obstruye cualquier esfuerzo serio de controlar sus costos”.
El PNHP y otros críticos liberales de Obamacara han demostrado que eliminando los $400 mil millones de ganancias que se llevan las compañías aseguradoras pagarían por todo el resto de gente que necesita el servicio de salud. Ellos lo presentan todo en su página http://www.pnhp.org/resources/administrative-waste-consumes-31-percent-of-health-spending.
Pero lo que no mencionan es porque tan lógico y bien documentado cambio es imposible bajo el creciente fascismo – periodo que, entre otras cosas, incluye el disciplinar aun más a la clase trabajadora. Es decir, los trabajadores, aunque sufren grandes ataques, están aliados políticamente con los patrones. Primero, usando el racismo y el nacionalismo, convencen a los trabajadores de apoyar a “sus” patrones y políticos. Para los patrones esta alianza política es importante porque el creciente fascismo significa que los patrones están siendo atacados por sus rivales capitalistas.
En vez de mejorar el acceso a la salud para la clase trabajadora, en todo el mundo el sistema de salud esta siendo privatizado, eliminando el acceso para aquellos con poco dinero. En Suecia, un país que viene a la mente cuando alguien dice; “medicina socializada”, el primer servicio medico privado de ganancias empezó en la década de 1990. Según un estudio por Ake Bergmark de la Universidad Mid Sweden, “En el 2000, el Hospital St Görans’ en Estocolmo…se convirtió en el primer hospital general de emergencias en Suecia que se privatizo.”
La privatización en el Reino Unido, empezó bajo la administración Thatcher en la década de 1980, ha continuado con instalaciones públicas en Bretaña, sufriendo cada vez más la negligencia y falta de financiamiento. “Reformas de Mercado” similares en el sistema de salud publica se están viendo en toda Europa. En América Latina, el Profesor Howard Waitzkin de la Universidad de Nuevo México ha documentado el desmantelamiento de hospitales públicos y sistemas de salud en varios países, bajo presión del Fondo Monetario Internacional controlado por EEUU.
Quizás lo mas espántanos para la gente que aun asocia la palabra “socialismo” con China es el completo dominio de las fuerzas de mercado sobre la salud en China. La caída más dramática en las tasas de mortalidad que se han visto en un país grande ocurrieron en China en la generación que le siguió a la revolución comunista en 1949. La consigna en la medicina así como en otras esferas en esa época era; “Servir al Pueblo.”
En un nuevo hospital de niños en Lanzhou, China, los visitantes se sorprendieron al ver una enorme vitrina electrónica en la recepción mostrando los precios exorbitantes por los servicios médicos. En las unidades de cuidados intensivos de neonatos de China, según un articulo por Huanhuan Wang publicado este año en la Revista US Pediatrics, dos tercios de los infantes que mueren de fallo respiratorio, mueren al ser desconectados de las maquinas que los mantienen vivos porque sus padres no pueden pagar los costos. Claramente la consigna que se ha desarrollado en los últimos años es la que invento el líder chino pro-capitalista Deng Xiaping en los 80: “Hacerse rico es glorioso.”
Con esta tendencia mundial de privatización y las “reformas de mercado”, ¿es realista pensar que el acceso a buen servicio medico (o a la educación, transporte, vivienda, o empleo) es posible? Las reformas que crearon el sistema moderno de ayuda pública, con sus servicios gubernamentales de apoyo para mejorar el estándar de vida de los trabajadores, no ocurrieron por políticos de buen corazón. Estas reformas en Europa Occidental y otros países capitalistas ricos ocurrieron cuando la adinerada elite gobernante de estos países le temían a la posibilidad de una revolución.
Ellos temían que sus trabajadores siguieran el liderato de la clase trabajadora rusa y tomaran el poder por la fuerza. Suecia no invento la medicina socializada. Lo hizo Rusia. La Unión Soviética fue el primer país que convirtió la salud en derecho para todos los trabajadores, una innovación revolucionaria que ocurrió cuando los trabajadores tomaron el poder en 1917 la cual fue implementada con una extensa red de instalaciones de salud para principios de 1930, como lo describe en detalle Newsholm y Kingsbury en su libro de 1933, Medicina Roja (disponible en http://www.marxists.org/archive/newsholme/1933/red-medicine/index.htm).
Hoy las condiciones de vida están peor para las familias de la clase trabajadora en todo el mundo, ya que la Gran Recesión se profundiza y las condiciones fascistas se intensifican. Obamacare no tendrán gran impacto en esta realidad. Pero un nuevo y mejor mundo en donde cada obrero y obrera y cada niño y niña tienen la promesa de una vida saludable y productiva puede volverse realidad.
Esta realidad no será gracias a un bocón político capitalista que da el discurso perfecto o porque algún multimillonario da como “regalo” de caridad el dinero que le robo a los trabajadores. Este nuevo mundo será posible solo cuando los trabajadores luchen en una larga y sangrienta revolución para quitarle el poder a los explotadores que gobiernan el mundo hoy. ¿Es posible esto? Ya ha ocurrido dos veces en el último siglo. No existe razón alguna para que, en los próximos años, nuestro Partido no pueda aprender de estas revoluciones y dirigir una mejor y más duradera revolución por el poder de los trabajadores.