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El azote del capitalismo

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21 Noviembre 2020 121 visitas

Mientras la pandemia del Covid-19 se acerca a un invierno terrible, con las muertes subiendo a niveles record alrededor del mundo, el sistema de ganancias está matando a masivamente gente diariamente. Gracias a la inacción capitalista, incompetencia, mal liderazgo, y avaricia, a nivel mundial, más de 56 millones de obreros se han enfermado y más de 1.3 millones han muerto- números oficiales que seguramente están mal contados. En Bélgica, ordenaron que enfermer@s y doctores continuaran trabajando después de haber salido positivos, con tal de que no estuviesen tosiendo en la cara de los pacientes (nbcnews.com, 11/2). En México, donde el presidente de la falsa izquierda desestima las máscaras y se le ha hecho la prueba a menos de un 2 % de la población, las unidades de cuidado intensivo están saturadas. (aljazeera.com, 11/15). América latina, dijo The Lancet, el diario medico británico principal, “está encarando una crisis humanitaria nacida fuera de la inestabilidad política, corrupción, disturbios sociales, sistemas de salud frágiles, y tal vez más importante, desigualdad de larga duración y penetrante…” (11/7).
En otras palabras, la clase obrera está sufriendo del capitalismo, la plaga más mortífera en la historia humana. Exhibición A es Estados Unidos, la nación más rica del planeta y el líder desenfrenado de matanza en Covid. A medios de noviembre, EE.UU. registro un millón de casos nuevos en seis días. Los hospitales nuevamente están sableando por mascarillas de grado médico. Puede tomar horas en hacerse la prueba y días preciosos en recibir resultados. Pacientes rurales están muriendo esperando por un espacio en hospitales urbanos llenos (USA Today, 15/11). En El Paso, utilizaron a prisioneros del condado para mover cuerpos a morgues saturadas móviles. (Texas Tribune, 15/11). Al tratarnos como mercancía, el capitalismo devalúa la vida humana como parte de la rutina, por medio de la guerra y explotación y la reducción del cuidado de salud. Para los patrones, la pandemia es una crisis hasta la fecha solo porque amenaza sus ingresos públicos. Los obreros, como por lo usual, son reemplazables.
¡Somos lo que necesitamos!
De acuerdo al modelo estadístico de estándar de oro de la Universidad de Washington, podemos esperar que mueran más de 80,000 mujeres, hombres, y niños en EE.UU. de Covid para el 1 de enero y casi 200,000 más para el 1 de marzo. Para diciembre se proyecta que las fatalidades llegaran a 3,000 al día (cnn.com, 18/11), más que las víctimas del 9/11. Y por las desigualdades racistas en cuidado de salud, vivienda, y desempleo, los obreros negros continuaran muriendo más del doble de la tasa de obreros blancos (Proyecto de Seguimiento del COVID).
Mientras la competencia interimperialista lleva a la clase dividida, débil patronal de EE.UU. hacia el fascismo y la Tercera Guerra Mundial, la pandemia ha expuesto a los patrones como los verdaderos monstros y fraudes que son, totalmente inadecuados para manejar la sociedad. Solo la clase obrera internacional, guiada por la vanguardia de un partido masivo comunista, puede proteger nuestras vidas y nuestra salud. Solo una revolución comunista puede aplastar el estado capitalista podrido y cumplir nuestras necesidades. Pero para llegar allí, los obreros deben rechazar la madriguera de conejo del reformismo, la ilusión de una democracia electoral, y el engaño letal de la política del liberal menos malo. Nuestros enemigos de clase más peligrosos son el presidente y vicepresidenta elegidos. Jim Crow Joe Biden y la Politica Mayor Kamala Harris.
Todo se trata de dinero, amor
En una entrevista del 11 de noviembre con Yahoo Finance, Michael Osterhold, el epidemiólogo eminente de Minnesota en el panel de consejería de moño azul de Biden, hablo fuera de turno. Osterhold poso una manera simple para aplastar los números de casos de Covid y salvar cientos de miles de vidas: un cierre nacional estricto de cuatro a seis semanas. Haciendo prestamos históricos de tasas de bajo interés, el gobierno federal podría cubrir “perdida de salarios para obreros individuales… perdidas a compañías pequeñas, a compañías de tamaño mediado o gobiernos de ciudades, estados o condados… Entonces allí podríamos realmente ver que sobrepasemos esto hasta que una vacuna esté disponible para el primer o segundo semestre del próximo año” (abc.com, 11/12).
Esto no solo tiene sentido común. Mientras la marca de infecciones diarias se acerca a 200,000, el rastreo de contacto es impráctico. (Si una persona típica tiene 50 contactos, eso son 10 millones de rastreos al día.) En una cultura degradada capitalista, apelar a “responsabilidad individual” no funcionara – no cuando millones de obreros cínicos siguen al cara desenmascarada sociópata Jefe Donald Trump, y millones más ceden a la fatiga pandémica. Por ahora, la única manera de sofocar el virus es de mantener la mayoría de gente en casa.
Para el próximo día, Vivek Murthy, el co-presidente del panel, hizo claro que un cierre nacional no se haría. Con una cantidad de casos aumentando en los 50 estados y llegando al pico en la mayoría de estos, Murthy dijo: “la manera como deberíamos estar pensando en esto es más como una seria de restricciones que subimos y bajados depende de cómo de mala este la propagaciones en cierto lugar y región específica” (abc.com, 13/11). El resultado es que Biden le pasara el mando a los gobiernos estatales y locales y sus mandatos locos – no tan diferente como el acercamiento de Trump.
Murthy es un internista que sirvió como cirujano general en Barack Obama. No tiene ningún entrenamiento formal en epidemiologia. Pero entiende que el presiente electo no puede darse el lujo de ofender a los patrones grandes fascistas liberales quienes pusieron a Biden donde está hoy. Un cierre sería malo para negocios, por lo menos de corto plazo. Darles a los obreros los que necesitamos secaría el capital financiero. Es el por qué la Ciudad de Nueva York cerro primero las escuelas de la ciudad antes de cerrar bares y restaurantes. Bajo el capitalismo, el dinero habla – primero, último, siempre.
Política de vacunas
Horas después que Pfizer publico información prometedora de la Fase 3 de pruebas, Albert Bourla vendió $5.6 millones de acciones en la compañía (Wall Street Journal, 11/11). Aunque las vacunas de Pfizer y Moderna tal vez si cambien el juego, las medicinas capitalistas son como el chorizo; de lo más que uno aprende como se hacen, lo menos atractivo que son. Después de meses de arrastrarse cobardemente a Trump, la Administración de productos Alimentarios y Farmacéuticos – la agencia que aprueba la vacuna- ha perdido credibilidad. Al menos siete estados planean añadir su propia investigación de expertos. “La gente de este país no confían en este gobierno federal,” dijo el gobernador del Nueva York Andrew Cuomo, el rey de cierre de hospitales quien mato a miles forzando a casos positivos a volver a ancianatos.
Incluso las mejores medicinas no van a funcionar si no se las dan a aquellos quienes las necesitan. Mientras a las grandes farmaceutas les llueven millones de dólares federales, los departamentos de salud local y públicos están hambrientos por la necesidad de recursos para distribuir rastrear dos dosis en una escala enorme. Cuando sea que hay escarces bajo el capitalismo, el racismo decide quién se queda atrás. Un oficial de Maine reconoció que “insuficiencia de fondos pausaría la tasa de vacunación, particularmente entre poblaciones desventajadas que son más difícil de llegarles” (NYU, 14/11). Internacionalmente, un desfase criminal en acceso a vacunas antiguas – para el polio, tuberculosis, y sarampión, augura mal para la crisis del Covid” “la norma histórica es que una vacuna de este tipo se da rápidamente a aquellos privilegiados quienes viven en las naciones más ricas del mundo, mientras que el resto de la población a menudo sufre por varias décadas antes de que se erradiquen enfermedades peligrosas – si alguna vez las ahí” (Foreign Policy, 11/12). Los países más pobres tienen casi que nada o nada de infraestructura de salud pública, “haciendo más probable que las vacunas de calidad inferior o falsificadas aparezcan en el mercado.”
Encuestan sugieren que un tercio o más de la población de EE.UU. tal vez este reluctante a estar inoculados, un obstáculo peligroso para inmunidad de rebano. Entre la máquina de desinformación anti vacunas y las dudas razonables de los obreros sobre la Agencia de Alimentos y Fármacos y los Centros de Control de Enfermedades, hay poca fe en la medicina capitalista estos días. Todo sume a un “invierno muy oscuro”, como advirtió Biden. Pero sabemos que en la primavera el Partido Laboral Progresista liderara la clase obrera internacional a una cura que nos sane a todos: el comunismo, donde el cuidado de salud decente será un derecho de salud de todos. ¡Únetenos!