Debido a que, desde Europa a América Latina, las democracias capitalistas liberales fascistas se desmoronan, la escoria de partido Hermanos de Italia y su coalición de extrema derecha han barrido en Italia. Reviviendo la consigna “Dios, Patria, Familia”, apaleando a inmigrantes y musulmanes, Giorgia Meloni, racista de alcantarilla, se convertirá en la primera ministra abiertamente fascista del país, después de su héroe, el asesino anti semita Benito Mussolini, quien fue baleado como un perro por partisanos comunistas en 1945.
Todos los gobernantes prueban, nuevamente, que el sistema de ganancias no puede resolver la crisis que enfrenta la clase trabajadora, desde la inflación hasta el cambio climático al covid-19, la situación del mundo es altamente volátil. Con las profundas divisiones dentro de los campos capitalistas en todos los países, las alianzas parecen estar a la disposición de cualquiera, en Ucrania la rivalidad inter-imperialista está en ebullición…La guerra mundial ya no es una posibilidad remota. La prensa elite de los patrones liberales, desde el New York Times a Foreign Affairs advierten que está al doblar la esquina. “Los imperios pueden acabarse abruptamente, y cuando eso pase, el caos la inestabilidad le seguirán” (Foreign Affairs, 4/10).
La cínica escalada de Meloni llega luego del ascenso al poder o importancia de la extrema derecha en Suecia, Francia, Hungría, Polonia, Turquía, India, Filipinas, Brasil y EE.UU. Aunque muchos trabajadores luchan valientemente, miles de millones han sido engañados a unirse a una facción u otra. Los intereses de nuestra clase han sido opacados por la noche oscura que cayó después que el capitalismo regresara a Rusia y China. Es hora que el Partido Laboral Progresista ice la bandera roja y construya un partido masivo comunista revolucionario para aplastar el fascismo en donde quiera que se asome, en cualquier forma que tome.
Crisis capitalista abre la puerta a pequeños fascistas
El avance de Meloni es el resultado de décadas de un mal liderato liberal miserablemente fallido. Desde el 2020, casi el 10% de la población en Italia – más de cinco millones de trabajadores – vivían en absoluta pobreza (Reuters, 16/6/21). Los precios de los combustibles han aumentado en 90% en los últimos dos años, debido a las sanciones contra Rusia por la Unión Europea (The Local, 30/9). Mientras los trabajadores sufren, Mario Draghi, antes jefe del Banco Central Europeo, puso en claro sus prioridades. Está al servicio de los grandes fascistas, el capital financiero que dirige – por ahora – la
Unión Europea y EE.UU.
Con los liberales cayéndose y la ausencia de un fuerte movimiento comunista, los Hermanos de Italia construyeron una oposición de seguidores entre los trabajadores más descontentos. El partido de Meloni es descendiente directo del Movimiento Social Italiano (MSI), el partido ultra nacionalista y fascista formado por los seguidores de Mussolini inmediatamente después de la segunda guerra mundial. EE.UU. y sus aliados se hicieron de la vista gorda para que estos criminales de guerra mantuvieran en jaque al partido comunista italiano. Ellos crearon el escenario para que los pequeños fascistas “Euroescépticos” orientados al mercado nacional llegaran al poder, aun si ese no fuese el plan de los liberales.
Grandes fascistas pierden protagonismo
Entre los poderes imperialistas mundiales, Rusia es quien tiene más que ganar del triunfo de los pequeños fascistas en la tercera economía más grande de Europa – y EE.UU. más que perder. Aunque Meloni, oportunistamente se movió hacia el “centro” en su campaña y apoyo a Ucrania en la guerra, anteriormente ella había profesado su admiración por el presidente Vladimir Putin. Según el Instituto Italiano de Estudios Políticos Internacionales, “debido al actual clima político, esto es lo mejor que el Kremlin podría esperar para hoy” (Newsweek.com, 25/9).
Junto con el régimen pro-ruso en Hungría, y los crecientes movimientos fascistas en Francia y España, el gobierno poco fiable de Meloni podría perturbar a la Unión Europea y debilitar la capacidad de los grandes fascistas estadounidenses de construir un ejército multirracial para la guerra. El desorden de los liberales y la falta de disciplina se mostró después de las elecciones italianas. Aunque el presidente Joe Biden planteo sus preocupaciones por el triunfo de Meloni, Anthony Blinken, Secretario de Estado dijo estar “anhelante” de trabajar con ella (barrons.com, 26/9). Hillary Clinton icono feminista y criminal de guerra, rápidamente tuiteo sus felicitaciones a Hermanos de Italia. “La elección de la primera mujer ministra en el país siempre representa un rompimiento con el pasado, y ciertamente algo bueno” (Daily Beast, 28/9)
Conforme los grandes fascistas aceleran sus planes de guerra contra China y Rusia, y se esfuerzan para reforzar sus frágiles alianzas, no pueden excluir a los claramente racistas y sexistas. Como comunistas, debemos liderar a nuestra clase para aplastar a los abiertamente nazis como Meloni y los liberales quienes trataran de usarla mientras se ven forzados a moverse hacia su propia marca de fascismo.
Liberales consienten el terrorismo anti-inmigrante
Por décadas, la política anti-inmigrante de la Unión Europea ha aterrorizado a millones de migrantes. En 2018, Hillary Clinton hizo un llamado a los lideres europeos para demostrar que “no continuarían proveyendo refugio y apoyo…Europa necesita poder manejar la migración porque eso es lo que prendió la flama” del nacionalismo de los pequeños fascistas (theguardian.com, 22/11/18). Traducción: Dejen de llevarse a los votantes a los partidos de extrema derecha, los liberales de la UE tienen que estar dispuestos a dejar hambrientos a los migrantes.
Mientras los patrones satisfacen, los trabajadores sufrimos. En Italia, el 29 de julio, un vendedor callejero discapacitado de Nigeria, Alika Ogorchukwu, fue asesinado a golpes con su propia muleta por un hombre blanco, por pedir limosna (theguardian.com, 30/7). En 2018, un derechista nacionalista se envolvió en la bandera italiana, y gritando “¡Viva L’Italia!” le disparo a seis migrantes africanos desde un auto. Cuando lo arrestaron, el racista gritaba que “quería matarlos a todos” (BBC.com, 15/8). Otra horrible muestra de cómo el nacionalismo, racismo y el terror están cortados del mismo material.
Nuestra historia nos muestra el camino
Es esencial para el futuro de la clase trabajadora que ganemos a los trabajadores a luchar por el comunismo y rechazar a los políticos patronales. Aunque Benito Mussolini ha estado muerto por 77 años, no es suficiente eliminar a los dictadores fascistas. Necesitamos destruir al sistema capitalista que los crea, para siempre.
Como comunistas, debemos aprender de la historia, de los avances y los retrocesos. Mientras el fascismo se agudiza, el Partido Laboral Progresista debe dejar claro que los trabajadores solo tienen dos opciones. ¿Tomaran el lado del nacionalismo o el internacionalismo? ¿La muerte o la vida? Es tarea histórica del Partido Laboral Progresista dirigir a la clase trabajadora a escoger la revolución comunista y un mundo sin racismo, sexismo o guerra imperialista. ¡Únetenos!
Comunistas aplastan dictadores fascistas
Mientras que el partido de Benito Mussolini prohibía huelgas y cualquier movimiento laboral independiente, su primera orden del día era encarcelar y asesinar comunistas.
Matones “camisas negras” recorrían las calles y aterrorizaban a trabajadores con impunidad. El régimen fascista teníanel apoyo de las corporaciones y gobierno estadounidense, el cual veía las fuerzas de Mussolini como “quizás el factor más potente en la supresión del bolchevismo en Italia” (janataweekly.or, 10/4). Comenzando a finales de 1920, apoyado por los aliados imperialistas, Mussolini aplasto brutalmente la resistencia de la colonización italiana en Libia, finalmente asesinando a una tercera parte de su población. En 1936, dirigió la conquista imperialista de Etiopía, Somalia (llamada Somalilandia italiana), y Eritrea – nuevamente sin oposición de los imperialistas occidentales. Arnaldo Cortesi, corresponsal italiano del New York Times, fue un porrista de estas masacres racistas.
Desde el principio, los comunistas rechazaron el gobierno de Mussolini, designado por el rey Víctor Emmanuel III en 1922. Después que irrumpiera la segunda guerra mundial en 1939, los comunistas intensificaron la guerra de guerrillas contra las tropas fascistas italianas y alemanas. Cada unidad de lucha comunista tenía un comisario político quien promovía la conciencia comunista entre sus voluntarios. Muchos organizaban a trabajadores en las ciudades, mientras que otros luchaban en el campo. Durante la segunda guerra mundial, el Partido Comunista Italiano dirigió la oposición clandestina al fascismo. Al frente estaban las “Brigadas Garibaldi” comunistas, quienes sufrieron el más alto número de muertes en la guerra antifascista en Italia.